Lo que no mata te hace más fuerte. Lo he oído decir a mucha gente pero a veces no quisiera volverme más fuerte pero tampoco morirme. Cada decisión que tomamos, cada paso que damos nos lleva a un lugar diferente, a veces donde no queremos estar. Y como salir de todo ese barullo si ni siquiera eres consciente de cómo llegaste allí. Sola, indefensa, con más lluvia en tu mirada que fuera… Es falta de vitamina D. De sueños, de amor, de esperanza… Es falta de ganas aunque sigan habiendo dos motivos por los que tirar para adelante. No puedes respirar más aire contaminado pero no hay otro. Y te ahogas… Falta de oxígeno. De apoyos, de besos, de abrazos… Llegas hasta a intentar convencerte de que no te hace falta, de que más vale sola que mala acompañada. Pero no es así. Hace falta sentir que haces falta y que alguien desea recuperarte y ayudarte a volver a ser tu.
Perdóname por no haberte cuidado, por no haberte escuchado, por haberte convertido en este garabato que nadie llega a entender. Perdóname por hacerte sentir culpable, por sentir vergüenza, por no poderte decir que puertas debes cerrar y cuales abrir. Perdóname, porque no puedo perdonarme y porque no encuentro la forma de hacerte feliz. Perdóname, mi vida, por no confiar en ti, por gastar toda tu energía y hacerte sufrir. Perdóname mi yo, perdóname…
El primer paso no nos lleva a donde queremos ir pero sí nos muestra algo de luz para saber donde no queremos estar. El perdón une nuestra alma y nuestra mente. Perdónate, no hay culpa si no hubo mala intención nadie desea hacerse mal a sí mismo. No dudes que ella ya te ha perdonado y desea fervientemente caminar a tu lado por ese camino que te lleve a ser otra vez tú.
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