No es fácil para una mujer ser valorada positivamente. Debemos de realizar muchos esfuerzos y al menor error ya te han puesto un calificativo, como si no tuviesemos derecho a equivocarnos.
No es lo mismo juzgar un acto que calificar a la gente. Los actos ocurren en momentos determinados e incluso se olvidan pero la gente se queda viviendo con los calificativos adquiridos toda su vida. Y duele más que te califique negativamente la gente que quieres, que tienes cerca. Sabes que en el fondo quizás ni lo piensan pero en ese instante te han hecho sentir mal y te dan ganas de mandarlo todo a la “miel da”, y el refrán dice que es mejor dar que recibir...
Pues eso, recibir calificativos con los que no te sientes identificada es peor que dar. Dar un beso, una sonrisa, eso nos hace sentir bien aunque hay veces que cuesta dar cuando ves tanto orgullo en los demás y tanta máscara en los sentimientos.
Que si, que hay que disfrazarse porque es carnaval, pero todo el año andar disfrazados no debe ser nada sano. Nos perdemos, y entre tanto antifaz hay momentos en los que dudas del ser de los demás y del de una misma.
Y la cabalgata de la vida sigue su recorrido. A veces te toca llevar un disfraz que te gusta y a veces llevas otro con el que te sientes menos realizada, pero lo importante es no abandonar el desfile porque nunca se sabe si te eliminarán del concurso o te llevarás el primer premio.
Aunque que mejor premio que estar ahí, descubriendo la vida al pasar, descubriendo sus desencantos y sus encantos, más o menos disfrazados.
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